Prevención secundaria del ictus

Prevención secundaria del ictus

El ictus se puede definir en términos sanitarios como la 𝗽𝗲́𝗿𝗱𝗶𝗱𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗳𝗹𝘂𝗷𝗼 𝗱𝗲 𝘀𝗮𝗻𝗴𝗿𝗲 𝗮 𝘂𝗻𝗮 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗱𝗲𝗹 𝗲𝗻𝗰𝗲́𝗳𝗮𝗹𝗼, que daña el tejido encefálico. Las causas son los 𝗰𝗼𝗮́𝗴𝘂𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝘀𝗮𝗻𝗴𝗿𝗲 𝘆 𝗹𝗮 𝗿𝘂𝗽𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝘃𝗮𝘀𝗼𝘀 𝘀𝗮𝗻𝗴𝘂í𝗻𝗲𝗼𝘀.

Los síntomas incluyen 𝗺𝗮𝗿𝗲𝗼, 𝗮𝗱𝗼𝗿𝗺𝗲𝗰𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼, 𝗱𝗲𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗲𝗻 𝘂𝗻 𝗹𝗮𝗱𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗰𝘂𝗲𝗿𝗽𝗼 𝘆 𝗽𝗿𝗼𝗯𝗹𝗲𝗺𝗮𝘀 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗵𝗮𝗯𝗹𝗮𝗿, 𝗲𝘀𝗰𝗿𝗶𝗯𝗶𝗿 𝗼 𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗲𝗹 𝗹𝗲𝗻𝗴𝘂𝗮𝗷𝗲. El riesgo de un ictus aumenta por la presión arterial alta, la edad avanzada, el tabaquismo, la diabetes, el colesterol alto, la enfermedad cardíaca, la aterosclerosis y antecedentes familiares de ictus. 

El ictus continua siendo la segunda causa de mortalidad y la tercera de discapacidad a nivel mundial.

Esta enfermedad 𝗮𝗳𝗲𝗰𝘁𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝗺𝗮𝘆𝗼𝗿 𝗳𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗮 𝗺𝘂𝗷𝗲𝗿𝗲𝘀 según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hechas en el Global Health Observatory.

La relación entre el envejecimiento de la población y la prevalencia de patologías cardíacas y vasculares que favorecen la aparición del ictus podría ser determinante para el aumento de la incidencia en los próximos años. Además, 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗮𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗵𝗮𝗻 𝘀𝘂𝗳𝗿𝗶𝗱𝗼 𝘂𝗻 𝗶𝗰𝘁𝘂𝘀 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮𝗻 𝘂𝗻 𝗲𝗹𝗲𝘃𝗮𝗱𝗼 𝗿𝗶𝗲𝘀𝗴𝗼 𝗱𝗲 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗿𝗿𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮.

Por ello se hace necesario una investigación continua sobre el ictus. De esta forma, la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía (AETSA) ha elaborado la Guía de práctica clínica sobre la prevención secundaria del ictus. Esta guía ha sido financiada por el Sistema Nacional de Salud.

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